En Iruya la gente es un poco más cerrada. Supongo que el turista es medio invasor y pudre a la gente. Algunas personas de ahí hasta me dijieron que no podía sacar fotos, otras ni te miraban.
Con les chiques empezamos a subir al mirador. El camino arranca en el pueblo, donde el desnivel se siente (pero no tanto como ya en la montañita).
Subíamos por la sombrita, porque había un sol que pelaba (y eso que eran casi las cuatro de la tarde), sin saber bien por dónde ir porque el camino no estaba marcado.
Cada subida que hacías al pedo y tenías que bajar, pesaba mucho, no sólo en el cuerpo sino en el ánimo.
Le preguntamos a algunos iruyenses pero no nos guiaban muy bien y paseamos un rato hasta que esta señora (que no puedo recordar su nombre y eso me pone muy triste) nos llamó la atención.
"¡Qué lindos chicos! ¿A dónde van?" nos dijo de la nada, con una calidez en su voz que me llamó la atención. Le contamos que pensábamos subir y nos dijo que el sol estaba muy fuerte, que esperáramos o nos iba a hacer mal. Así que nos sentamos al lado de ella y nos pusimos a charlar un rato.
Nos contó que ella vivía en las montañas desde chica, que no las quería y no entedía cómo
estábamos yendo allá por gusto. Me imaginé las mil y un razones por las que la odiaría, lo dura que habrá sido su vida y la comparé con la mía en un cuarto de segundo.
Nos contó que estaba sola, que ni mascotas tenía porque volvían muy lastimadas y que vendía hierbitas que ella misma cosechaba. Que su casa estaba aaalto, alto y que prefería quedarse por acá a subir hasta allá.
Nos preguntó de dónde éramos. Respondimos Buenos Aires, Tapalqué, Salta y Valencia.
Valencia le sonó raro, se quedó súper pensativa. Me quedó la duda de si era algún resentimiento con España o si realmente no sabía dónde quedaba España y su mundo se reducía a Iruya y sus montañas.
"¿Y por qué viajan ustedes?" Me pareció una pregunta súper simple de responder y que tenía re ensayada, pero en ese momento no supe qué contestar.
¿Cómo le explicas a una persona la cual vida se reduce a un par de cuadras el vértigo de no tener nada preparado? ¿De armar todo sobre la marcha? ¿De perder la noción del tiempo, y sólo guiarte por en qué momento sale o cae el sol? ¿El pertenecer a todos lados, y a la vez a ninguno?
Lxs chicxs contestaron por mí, por suerte, porque me quedé perdida en esas preguntas.
"¿Ustedes son como una familia de distintos lados, no? Comen y duermen juntos." Fue otra pregunta que me re dejó pensando.
Más tarde me di cuenta de que sí, lo somos. De que todo este tiempo estuve formando familias y relaciones efímeras, con personas que probablemente no vuelva a ver, pero que llegué a encariñarme y tener mucha confianza. Personas con las que cumplí mis 21 años, que me invitaron a viajar con ellxs, que me invitaron una cena, una merienda, una mandarina, un mate.
Me sentía en una familia rodante como la canción de León Gieco. Una famila que si bien cada día se desarmaba (o rearmaba) quedaba con recuerdos, intacta, y sólo se ampliaba.
Esa noche con lxs chicxs del hostel compramos comida y vino entre todos y por nada de plata comimos un montón y nos reímos toda la noche. Hicimos enganchados de cumbia vieja con un ukulele, improvisando y es uno de los recuerdos más lindos que me llevo. De poco un todo.
Antes de partir, nos aconsejó que nos pusieramos algo en la cabeza, o nos íbamos a insolar, así que nos pusimos lo que teníamos a mano de turbante. Nos guió y nos dio puntos de referencia para que no nos perdamos en el camino.
Nos abrazamos y nos tomamos de la mano con mucho cariño.
"Gracias por la charla, yo estoy muy sola y hacen que el tiempo se me pase más rápido así." Nos dijo y me sentí maravillosa, llena de amor: para dar y recibir.
estábamos yendo allá por gusto. Me imaginé las mil y un razones por las que la odiaría, lo dura que habrá sido su vida y la comparé con la mía en un cuarto de segundo.
Nos contó que estaba sola, que ni mascotas tenía porque volvían muy lastimadas y que vendía hierbitas que ella misma cosechaba. Que su casa estaba aaalto, alto y que prefería quedarse por acá a subir hasta allá.
Nos preguntó de dónde éramos. Respondimos Buenos Aires, Tapalqué, Salta y Valencia.
Valencia le sonó raro, se quedó súper pensativa. Me quedó la duda de si era algún resentimiento con España o si realmente no sabía dónde quedaba España y su mundo se reducía a Iruya y sus montañas.
"¿Y por qué viajan ustedes?" Me pareció una pregunta súper simple de responder y que tenía re ensayada, pero en ese momento no supe qué contestar.
¿Cómo le explicas a una persona la cual vida se reduce a un par de cuadras el vértigo de no tener nada preparado? ¿De armar todo sobre la marcha? ¿De perder la noción del tiempo, y sólo guiarte por en qué momento sale o cae el sol? ¿El pertenecer a todos lados, y a la vez a ninguno?
Lxs chicxs contestaron por mí, por suerte, porque me quedé perdida en esas preguntas.
"¿Ustedes son como una familia de distintos lados, no? Comen y duermen juntos." Fue otra pregunta que me re dejó pensando.
Más tarde me di cuenta de que sí, lo somos. De que todo este tiempo estuve formando familias y relaciones efímeras, con personas que probablemente no vuelva a ver, pero que llegué a encariñarme y tener mucha confianza. Personas con las que cumplí mis 21 años, que me invitaron a viajar con ellxs, que me invitaron una cena, una merienda, una mandarina, un mate.
Me sentía en una familia rodante como la canción de León Gieco. Una famila que si bien cada día se desarmaba (o rearmaba) quedaba con recuerdos, intacta, y sólo se ampliaba.
Esa noche con lxs chicxs del hostel compramos comida y vino entre todos y por nada de plata comimos un montón y nos reímos toda la noche. Hicimos enganchados de cumbia vieja con un ukulele, improvisando y es uno de los recuerdos más lindos que me llevo. De poco un todo.
Antes de partir, nos aconsejó que nos pusieramos algo en la cabeza, o nos íbamos a insolar, así que nos pusimos lo que teníamos a mano de turbante. Nos guió y nos dio puntos de referencia para que no nos perdamos en el camino.
Nos abrazamos y nos tomamos de la mano con mucho cariño.
"Gracias por la charla, yo estoy muy sola y hacen que el tiempo se me pase más rápido así." Nos dijo y me sentí maravillosa, llena de amor: para dar y recibir.