domingo, 19 de agosto de 2018

Familia rodante

En Iruya la gente es un poco más cerrada. Supongo que el turista es medio invasor y pudre a la gente. Algunas personas de ahí hasta me dijieron que no podía sacar fotos, otras ni te miraban.

Con les chiques empezamos a subir al mirador. El camino arranca en el pueblo, donde el desnivel se siente (pero no tanto como ya en la montañita).
Subíamos por la sombrita, porque había un sol que pelaba (y eso que eran casi las cuatro de la tarde), sin saber bien por dónde ir porque el camino no estaba marcado.
Cada subida que hacías al pedo y tenías que bajar, pesaba mucho, no sólo en el cuerpo sino en el ánimo.
Le preguntamos a algunos iruyenses pero no nos guiaban muy bien y paseamos un rato hasta que esta señora (que no puedo recordar su nombre y eso me pone muy triste) nos llamó la atención.


"¡Qué lindos chicos! ¿A dónde van?" nos dijo de la nada, con una calidez en su voz que me llamó la atención. Le contamos que pensábamos subir y nos dijo que el sol estaba muy fuerte, que esperáramos o nos iba a hacer mal. Así que nos sentamos al lado de ella y nos pusimos a charlar un rato.

Nos contó que ella vivía en las montañas desde chica, que no las quería y no entedía cómo
estábamos yendo allá por gusto. Me imaginé las mil y un razones por las que la odiaría, lo dura que habrá sido su vida y la comparé con la mía en un cuarto de segundo.
Nos contó que estaba sola, que ni mascotas tenía porque volvían muy lastimadas y que vendía hierbitas que ella misma cosechaba. Que su casa estaba aaalto, alto y que prefería quedarse por acá a subir hasta allá.
Nos preguntó de dónde éramos. Respondimos Buenos Aires, Tapalqué, Salta y Valencia.
Valencia le sonó raro, se quedó súper pensativa. Me quedó la duda de si era algún resentimiento con España o si realmente no sabía dónde quedaba España y su mundo se reducía a Iruya y sus montañas.
"¿Y por qué viajan ustedes?" Me pareció una pregunta súper simple de responder y que tenía re ensayada, pero en ese momento no supe qué contestar.
¿Cómo le explicas a una persona la cual vida se reduce a un par de cuadras el vértigo de no tener nada preparado? ¿De armar todo sobre la marcha? ¿De perder la noción del tiempo, y sólo guiarte por en qué momento sale o cae el sol? ¿El pertenecer a todos lados, y a la vez a ninguno?
Lxs chicxs contestaron por mí, por suerte, porque me quedé perdida en esas preguntas.



"¿Ustedes son como una familia de distintos lados, no? Comen y duermen juntos." Fue otra pregunta que me re dejó pensando.
Más tarde me di cuenta de que sí, lo somos. De que todo este tiempo estuve formando familias y relaciones efímeras, con personas que probablemente no vuelva a ver, pero que llegué a encariñarme y tener mucha confianza. Personas con las que cumplí mis 21 años, que me invitaron a viajar con ellxs, que me invitaron una cena, una merienda, una mandarina, un mate.
Me sentía en una familia rodante como la canción de León Gieco. Una famila que si bien cada día se desarmaba (o rearmaba) quedaba con recuerdos, intacta, y sólo se ampliaba.
Esa noche con lxs chicxs del hostel compramos comida y vino entre todos y por nada de plata comimos un montón y nos reímos toda la noche. Hicimos enganchados de cumbia vieja con un ukulele, improvisando y es uno de los recuerdos más lindos que me llevo. De poco un todo.


Antes de partir, nos aconsejó que nos pusieramos algo en la cabeza, o nos íbamos a insolar, así que nos pusimos lo que teníamos a mano de turbante. Nos guió y nos dio puntos de referencia para que no nos perdamos en el camino.
Nos abrazamos y nos tomamos de la mano con mucho cariño.
"Gracias por la charla, yo estoy muy sola y hacen que el tiempo se me pase más rápido así." Nos dijo y me sentí maravillosa, llena de amor: para dar y recibir.

Mi primer viaje sola

Desde muy chica siempre fantaseé con viajar por el mundo. Tuve la suerte de viajar mucho, por muchos lados, gracias a mi papá. Siempre busqué nutrirme de experiencias y vivencias, mías y ajenas.
Sin embargo, algo en esos viajes me faltaba. Me faltaba el conocer más allá del turismo, el conocer a la gente y a las realidades de los lugares que visitaba.

Siempre quise conocer mi país y a su gente. También, a los 15 me prometí que cuando tuviera 20 iba a irme a Alaska, a ver las auroras boreales (No estoy yendo a Alaska, pero me estoy moviendo). Con una amiga prometimos irnos a Marruecos, y siempre quise conocer a alguna tribu, como los inuit.

Este año tuve mi primer trabajo "estable" y creí que tener un buen sueldo y poder comprar lo que quisiera iba a hacerme feliz. Pero no. Estaba estresada, triste y enojada. No quería pasar el resto de mi vida así, no entendía por qué tenía que pasarlo así. ¿Cómo puede ser que la gente celebre ese estilo de vida? ¿Cómo es que siguen romantizando la cultura de trabajo?

No sé en qué momento fui dejando mis sueños de lado, pero me di cuenta de lo que estaba ocurriendo y de un cachetazo me desperté de tantas cosas de la vida. No sé si salí de la Matrix, porque no sé si realmente se puede, pero al menos soy consciente de mucho más. Consciente de lo que deseo para mi vida.

Así que de la nada, una mañana, decidí irme. La idea del viaje me motivó a seguir trabajando todas esas horas, para poder irme sin ayuda de nadie. Quería irme, y quería irme sola, a encontrarme conmigo misma, con mi esencia, en mi estado puro. Nada me emocionaba más.

PREPARATIVOS ENERGIZADOS


Hablé con muchxs amigxs buscando consejos y ayuda, y así es como afiancé uno de los vínculos más recientes y lindos con uno de ellxs. Empecé a pensar en lugares, en cómo llegar, en cómo moverme, cuánta plata necesitaba, qué podía hacer, qué comer, a qué hora levantarme. 
La idea de irme sola me hacía sentir empoderada y nada me llenaba más de gloria. Era una prueba de independencia, de amor, de búsqueda. Tirarme a las profundidades y empezar a bucear dentro de mi ser.
La cabeza me iba a mil por hora y los proyectos eran más y más y más. Sentí cómo mi mente se amplió kilómetros y se preparó para este nuevo objetivo, explorando nuevos rincones que estaban algo adormecidos.
Abrí mi mente y permití que se llenase de luz.

Primero pensé en el tipo de viaje que quería. Quería un viaje tan simple como complejo.
Simple, en el sentido de despojarme de varios lujos y con la poquita plata que llevé hacer mucho,  sin tampoco arriesgarme o complicarme de más haciendo que el viaje sea incómodo. Al menos esta primera vez, no.
Complejo, en el sentido de encontrarme con desafíos, con distintas perspectivas, con situaciones que me sacudieran y me sacaran de mi zona de comfort.

Con esto sabido me puse a mirar los pueblos que me interesaban, y con lo que me recomendaron, armé mi ruta.

  1. San Salvador de Jujuy.
  2. Purmamarca.
  3. Maimará.
  4. Humahuaca.
  5. Iruya.
  6. Tilcara.
A San Salvador llegué en avión, porque no había gran diferencia entre un pasaje de micro y el vuelo (Y volando desde Buenos Aires llegaría en tres horas nada más). Viajé con la empresa Andes.


MIEDOS QUE PARALIZAN 

Si bien la idea de viajar sola me emocionaba terriblemente, la semana anterior al viaje las inseguridades se pusieron a flor de piel. 
"¿Y si me enfermo allá sola? ¿Y si no puedo vibrar con la gente como espero? ¿Y si me pierdo? ¿Y si encima no tengo señal para pedir ayuda o comunicarme? ¿Y si me roban o paso un momento incómodo? ¿Y si me decepciono a mí misma y no soy quien creo ser?"

Mi mente se quedó estancada en todo lo que los demás (familia, amigos, medios) decían pero me mentalice y filtre toda esa negatividad. Decidí escuchar a mis amigos que ya habían viajado y experimentado el viaje y me centré en esas anécdotas.

DESPEDIRME DE MAMÁ

Con mí mamá siempre fuimos muy compañeras. Soy su única hija, así que imagino que si yo estaba nerviosa, ella lo estaría el doble.
La despedida fue suave y lenta. Arrancó una semana antes, cuando a ella le cayó la ficha (antes que a mí) de toda la situación.
Me mandó un mensaje hermoso y lleno de amor, que atesoro y reservo para mí. Esa noche me dio uno de los abrazos más lindos que alguna vez me dieron.
Un abrazo fuerte pero suave, nervioso pero calmo. Para mí fue un manto cálido, lleno de amor y lágrimas, donde me sentí muy protegida como hacía muchísimo tiempo (cuando era chiquita) no sentía.
Casi que pude escuchar, como por telepatía, todos sus buenos deseos, y cómo a la vez me estaba soltando para partir. No hicieron falta palabras.
Con ese abrazo se apagaron mis miedos, al menos hasta el día del viaje. Supe que todo iba a ir bien.


DESPEDIRME DE PAPÁ

Con papá nunca fuimos muy expresivos, pero nos entendemos mejor de lo que parece. No soy su única hija, pero sí la más chica.
Pasé las horas antes de viajar con él e hicimos como que no pasaba nada, pero pude percibir su emoción y ganas de llorar constante. También yo estaba emocionada.
Cuando tuvimos que separarnos para hacer el pre-embarque nos dimos un abrazo hermoso, lleno de cariño dónde tampoco hicieron falta palabras. Nos aguantamos las lágrimas los dos porque así somos, pero no faltaron emociones por expresarse.
Nos saludamos como 5 veces hasta que ya no pude verlo, cómo en las películas.


UNA ENTRE UN MILLÓN

Así como me despedí de papá entré a la zona de pre-embarque súper nerviosa.
"¿A dónde viaja?" me preguntaron. Con un nudo agarradisimo en la garganta le respondí "Jujuy".
Cuando entré estaba todo tan lleno de personas, familias, amigos, parejas, que no sabía a dónde ir. Así que me fui al baño un poco a bajar, un poco a esconderme, un poco a mirarme.

miércoles, 25 de julio de 2018

Carta a mi misma

Querida yo:

Te escribo esta carta en un momento en que te sentís genial, para que siempre puedas regresar a ella si volvés a sentirte mal. Una carta para recordarte lo maravillosa que sos.

En el fondo ambas sabemos que desde hace unos meses te sentís frustrada, sola, desmotivada. Ni tu carrera, ni tus amigos, ni el tener un trabajo (como en algún momento quisite) te llenan el vacío que tenés adentro.
¿Cómo puede ser que de repente no estés feliz si trabajaste tanto para eso? ¿Cómo puede ser que un solo aspecto de tu vida te oscurezca todos los demás?

No lo permitas.

No pierdas la esperanza de que las cosas van a ir de la manera que querés.
Confiá en el proceso. Puede ser lento y tedioso, pero en cada momento y con cada simple decisión estás avanzando y creciendo. Cada paso, por más que no parezca, por más que te equivoques, te juro que va hacia la dirección correcta y siempre estás progresando.
Sino, mirá para atrás y fijate todo lo que lograste en estos años. Cuántas cosas que no esperabas que te sucedieran, sucedieron y cuántos proyectos desarrollaste.

No olvides tus sueños, tus aspiraciones, no los dejes de lado. Perseguilos. Pedí.
Permitite abrir tu mente y dejar de trabarte sola. Nada es imposible para vos, nada es una locura, nada es mucho para vos. Lo que desees, vas a conseguirlo, y si lo pedís, lo escribís y lo relees una y otra vez, vas a permitir que las oportunidades necesarias se te presenten.

No te compares nunca más.
Que cada uno va evolucionando a un ritmo propio, y no por eso sos mejor o peor que nadie. Permitite disfrutar de cada proceso, de cada transición, de la manera que se te presente a vos.

No te amoldes a cómo la sociedad te dice que deberías actuar.
Qué deberías hacer, qué tipo de vida deberías querer, qué necesitas para ser feliz. Armá tu propio mundo, tomá las cosas que te gustan y te sonreír hasta con el vientre, y llevalas a cabo. Enfocate en tu concepto de felicidad para conocer tus necesidades y armar tu propia realidad.

No te estanques en pensamientos negativos.
Hay muchas cosas que quizá no estés pudiendo ver por toda esta oscuridad. Permitite llorar, permitite sentirte mal, pero no te quedes en esto. Salí, ocupa tu cabeza, y no en cosas triviales, como para patear tus problemas. Ocupala en cosas que te hagan feliz, que te llenen el alma. No te limites a lo que no puedas solucionar, abrite.

No te trates mal.
Tratate como a la niña que alguna vez fuiste, y que sigue estando adentro tuyo. Hablate con amor, acariciate, escuchate. Tratate con el mismo cuidado que tratarías a un ninitx. Tratate con el cuidado que te merecés.


No te conformes con menos.
Si aspiras a algo es porque sos digna de eso, y no de menos. Conformarte con menos va a adormecer tu atención, y vas a poner tu energía en donde no deberías, dejando pasar las oportunidades donde deberías empeñarte (por no verlas y ocuparte en otra cosa)

Recordá que tu cabeza nada más escucha lo que vos le decís.
Si le decís que tu vida es una mierda, va a mentalizarse para una vida de mierda. Si le decís que nunca vas a lograrlo, sólo va a darte fracasos. Si le decís que sos la puta ama, el éxito ya es tuyo, y la vida te va a mostrar aún más cosas que las que esperabas.

No es algo que te pasa solo a vos.
Miles de personas se cuestionan su vida y elecciones muchas veces a lo largo de esta. Le podríamos echar la culpa al sistema que nos presiona con mandatos y siempre que damos un pasito más lejos de éste, duele. Es normal.

Negrita, sos maravillosa. Aunque no te sientas segura de a dónde vas o quién sos, seguí caminando. En el fondo tuyo está la respuesta, aunque no la manifiestes.


Relajate.

No fuerces.

No apures.

Expandite.

Seguí amando.

Seguí dando.

Sonreí más seguido.

Reite más seguido.

Llorá más seguido.

Expresate más seguido y de mil formas.

Escuchá a tu corazón y a tu intuición más seguido.



Tu vida está en camino.
Estoy muy orgullosa de vos.
Te quiero.